LINDSEY PARNABY/AFP/Getty Images
Chelsea es tan organizado en la cancha que cada jugador parece una ficha en un tablero, el del italiano Antonio Conte. La pelota para un lado, la doble línea de cuatro también. El balón para el otro, el grupo lo sigue por inercia. No hay que ser superior en la posesión, únicamente ser efectivo. Y eso hizo el club de Londresen su partido contra Stoke City este sábado. Cinco tiros al arco, cuatro goles. Simple, sencillo y letal.
Álvaro Morata anotó el primero apenas habían pasado 100 segundos del primer tiempo. Pase teledirigido de César Azpilicueta para que el ex Real Madrid definiera con tiempo, con tranquilidad ante la salida del portero Jack Butland. Y a la media hora de juego otra muestra de la presión alta, de anticipar el error del rival. Esta vez Pedro, quien con un remate al palo derecho del portero puso el 2-0.
Stoke City trató de darle vuelta, tocando por todo el terreno de juego, moviendo el balón por todos los sectores, pero siempre las olas de ataque chocaron con el muro impuesto por Conte, un bloque tan férreo y sólido que parece imposible de fisurar.
Con los locales jugados, Morata volvió a aparecer, con una corrida en solitario de 40 metros para dejar regado a los marcadores e inclinar el cuerpo y definir como un verdadero 9. Poco espacio, mucho talento. Pero todo no terminó ahí. En el minuto 80 llegó de nuevo una conexión española, esta vez con un toque sencillo de Cesc Fábregas y un pase con el pecho de Azpilicueta que le permitió a Álvaro convertir el tercero en su cuenta personal, el sexto en Premier League. 21 goles en seis partidos; 15 puntos.
Paseo de Chelsea en el Bet365 Stadium, escenario que desde el 70’ empezó a quedarse vacío. Los gritos de Conte sirvieron. Su Chelsea es práctico, ordenado y gana. Por ahora no se le puede pedir nada más.
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